LAS PALMAS GANA HASTA EN INGLÉS (OF COURSE)

 

  • UD LAS PALMAS 1-0 MÁLAGA

DESDE LA GRADA CURVA.- EDUARDO FRANCESCOLI

Las Palmas lleva ya casi un mes en Champions, y los nuevos atributos – liderazgo y escaparate global – deben ser bien pregonados, para que se entere hasta Trump: mientras los jubilados amarillos de toda la vida desertan obligados de la grada, cada vez más guiris – que son los que tienen perras – se acercan a Siete Palmas como uno más de los alicientes de la Isla y el speaker – hasta hace nada, locutor – pronuncia sus mensajes en un más que logrado inglés de Arucas, ahora que somos el nuevo Leicester. Ante el Málaga, por primera vez, Las Palmas gana (of course) hasta en inglés.

GOL DE MOMO

La ausencia de los cracks canariones en el equipo de partida no impidió que los turistas se acercaran ni que los jubilados amarillos se alegraran en las barras de los bares. Con Viera lesionado y Boateng repuesto de su vocación cosmonauta tras el golpe con Ochoa, del Granada, Setién realizó su oficio de repostero veterano y sobrio, con un pastel sin guindas al que, cuando llega la ocasión, no le amarga un dulce. Con la levadura concedida a los pies de Roque Mesa, que se apodera del balón y debe retener e impulsar según el tempo del partido, la UD fue durante quince minutos el reconocible y brillante equipo dinámico, ambicioso y hedónico que disfruta y hace disfrutar, con los mecanismos para el placer ajustados: una defensa eficiente que es su primera línea de ataque – los puñales de Macedo y Dani Castellano, la conducción de Lemos y los arreones imprevisibles de Bigas –; el corazón del terreno concedido a Roque y Vicente; las bandas a Momo y El Zhar; la infantería a Livaja; y el rotring de entrelíneas a Tana.

En esos quince minutos Las Palmas gustó y se gustó, hasta el punto de que el azar futbolero le devolviera en venganza que su primer gol tras la catarsis de Vitolo llegara en forma de penalti a Momo, que recibió lo que en canario común se denomina levantada – strong pick up – . Un prólogo festivo que no anunciaría, sin embargo, otra tarde golosa como la del Granada, sino a una UD que adormece el partido, que se siente superior y que tiende al manierismo. El Málaga, sorprendida de haber sido indultada, comenzó a hilar un juego con oficio pero sin magia, que no causó a Varas, ataviado del luto canónico de los porteros de siempre, ninguna amargura.

ATAQUE DEL MALAGA

La UD se desentendió del partido como equipo, pero sus jugadores no se desentendieron del espectáculo. Hubo muchas y buenas noticias en el Gran Canaria Césped: Dani Castellano brindó un auténtico recital de valentía, en la tendencia de los grandes laterales que rasgan los equipos contrarios desde las esquinas; Lemos, de regreso desde una pretemporada nefasta, volvió a ser elegante y preciso, un lujo en el inicio del juego del equipo, capaz de situar la pelota donde él desea desde el umbral de su propia área; y Livaja mostró su perfil más asociativo e inteligente, en pugna con quien quiera constreñirlo a su inicial leyenda de asesino del área.

El partido, para Las Palmas, duró dos cuartos de hora – two quarters –: el inicial y el postrero. En esos últimos quince minutos se vivieron las eternas paradojas del fútbol: mientras la UD regresaba – ya con Boateng, Araujo y Mateo – del encefalograma plano, y se despedía con su mejor juego, era el Málaga el que concedía el perdón con un remate impropio de Charles – solo ante Varas – y un testarazo blandito del pródigo Sandro. Las Palmas ganó y el speaker recordó en la lengua franca de Chaquespeare que el próximo fin de semana – atención guiris – llega el Madrid.

 

 

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